Nuestros queridos políticos han conseguido algo que solamente un desastre natural de la magnitud de un tsunami, un terremoto, guerra química podría igualar.. dejar desierta la ciudad..
Cualquiera que se paseara 15 minutos, por el día, por la noche, por el centro podía darse cuenta de que se convertía en un Eduardo Noriega caminando por la gran vía en “Abre los ojos”. Muchísima menos gente que en cualquier fin de semana normal y corriente de cualquier semana del año. Señores periodistas, quisiera saber porque estos datos no son noticia, la operación salida y operación entrada es algo que no se ha dicho en ningún medio. Por cada millón de personas que ha entrada en Valencia estos días, otro medio millón ha salido.
El silencio, solo cortado por el paso continuo de los helicópteros, acompañado por un aire de tristeza y melancolía, comentarios “cazados” de pequeños comerciantes, kiosqueros, propietarios de restaurantes y bares que dejaban ver su enfado y despago por lo que ha sido este tan esperado fin de semana, han sido la rutina de estas 48 horas.
Para empezar, no he visto a un solo peregrino sentarse en una terraza, visitar el casco viejo, hacer gasto. Tampoco he visto en las noticias de canal 9, ninguna cifra sobre ocupación hostelera, ni sobre demanda turística, nada de nada .. todas esas espectativas tan optimistas sobre como se iba a recuperar todo ese dinero invertido se han ido a la misma mierda de donde salieron.
Lo que si hemos podido ver, por ejemplo, es el odio, el rencor que esa gente, llamada creyente y católica, profería a nuestro presidente de gobierno al pasar su coche oficial (en realidad a cualquier coche que pasara .. creo que le hicieron un corte de mangas sin querer a la misma Rita), nos han tenido que reprochar el comportamiento de nuestro perro mientras recogíamos educadamente sus cacas, a la gente que paseaba a pie acompañado de su bicicleta han tenido que sacarles a gritos por andar (repito, andar..) en zona peatonal.
Desde luego, que estaremos atentos a todos esos números, gastos, “tantosporcienes”, que van a tener que poner encima de la mesa cuando todo esto haya pasado.
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Lo peor es que no había nadie en la ciudad, pero estaban todas las grandes avenidas cortadas. El sábado por la noche, a eso de las 2 de la mañana, los polis seguían bloqueando todos los puentes, cortando la circulación y dando por culo a los que sólo queríamos circular con tranquilidad por nuestra cuidad (sí, la nuestra y no la de Ratzi) para volver tranquilamente a casa.
El domingo por la tarde, después de volver de la playita… SORPRESA, había decenas de sitios para aparcar delante de mi casa, debió ser la gracia divina (o que todos habían huido). Está claro que tuvo sus pros y sus contras, y la gente que vivió las misas y demás actos estaban eufóricos, pero los comerciantes no ganaron nada con los peregrinos, y la gente a la que no le interesaba la visita, pues se comió un fin de semana de “marrón”. Pero esto es como las fallas, muchos se van otros se quedan, y cada uno lo vive a su manera… Nunca llueve a gusto de todos.