Era mi primera carrera de montaña de verdad (quitando los entrenes por la Calderona, el Vedat y la sierra de Llombai), y la verdad es que no sabía muy bien a qué me enfrentaría en sus 13km de distancia, más de 600m de desnivel acumulado y 8 puntos en los que tendríamos que cruzar el río Turia con el agua desde los tobillos hasta la cintura. Aunque la salida reciente por Serra de la K25 nos sirvió para hacernos una idea de lo técnico que puede llegar a ser una de estas carreras no conoces la verdad hasta que te enfrentas de verdad a ella.
Así que, con bastante más ilusión que preparación, este sábado 7 de Julio acompañado de Anna, que hizo de reportera gráfica, y Neo, que aguantó como pudo el calor, nos fuimos para Chulilla, población salvada de las llamas de los incendios de la pasada semana de milagro.
El termómetro marcaba casi 30º a las 18h PM (hice bien en llevar la mochila con 1.5L de agua) cuando llegábamos al pueblo a recoger el dorsal y la bolsa del corredor (2 paellas, mochila, camiseta técnica, y algunas revistas… casi nada!) y volver al coche a dejar las cosas. Un poco mejorable de cara a otras ediciones el ubicar la zona de dorsales cerca de la salida
Una vez localizados a Juan y Gabi, y hacernos la foto de rigor del “antes de.. mira que cara tan buena que hago”, empezamos a calentar y hacer los estiramientos (que buena falta iban a hacer en breve).
Empieza la carrera, los cerca de 1.000 participantes empezamos a estirarnos como el chicle en una romería en sentido ascendente por una pendiente del 10% durante 3km de asfalto y pista de tierra que prácticamente se suben andando en modo “walking dead” como luego me diría Anna. La foto habla por sí misma.
Pero justo al llegar al inicio de la bajada, en donde me reencuentro con Juan que está haciendo un buen estreno, y en donde está ubicado el primer tramo técnico se produce un tapón. Casi 10 minutos en los que no faltó tiempo para argumentar y criticar entre los que hacíamos cola la forma, y como buenos españoles, a la organización por no haber calculado este problema antes teniendo en cuenta la gran participación de la carrera. También aprovechamos para deleitarnos con las vistas del pueblo de Chulilla y lo que todavía nos quedaba por recorrer.
Podría ser la cola del inem, la apertura de un Apple Store… pero no, es una carrera de montaña! Punto a mejorar este por parte de la organización para la próxima edición, aunque esta era la 2ª y me constaba que los organizadores de la pasada no se lucieron tampoco con el tema avituallamiento, cosa que en esta edición me pareció correcta, salvo que no había bebidas isotónica ni sólido (se puede entender en una carrera tan corta como esta, no es un ultramaratón).
Una vez pasado el tapón, y el tramo técnico de bajada volvimos a retomar el camino de subida para volver hacia el pueblo y continuar de bajada hacia el río. En este punto estaban esperándonos para hacernos la foto y darnos ánimos, pero creo que mi cabeza andaba pensando en la distancia que todavía me faltaba por recorrer, 8km todavía, y en superar un pequeño inicio de flato que terminó al llegar al río.
A partir del aquí, y durante unos 6km, iríamos alternando pequeñas subidas con tramos, hasta 8, en los que iríamos cruzando el río. Esta era la parte más llana y en la que prácticamente se podía correr a un ritmo constante. Aquí me vuelvo a encontrar a Juan y me acompaña algunos metros, aunque sigo mi carrera de “llaneo” superando los tramos acuáticos lo más rápido posible y le veo alejarse en cada cruce de río. Sé que dentro de unos kilómetros las cosas se pondrán cuesta arriba, había que aprovechar este tramo.
Algo que me llamó la atención con diferencia a las carreras populares “de asfalto”, es el tiempo que llegas a correr las mismas 2-3 personas que llevan tu ritmo a lo largo de toda la carrera, y con las que llegas a confraternizar. Muy buen ambiente y compañerismo el que me encontré la verdad
Y efectivamente, llegamos hasta el charco azul, que es donde la ruta gira 180º y vuelve en dirección al pueblo pero en sentido ascendente, aprovechando como camino algunas canalizaciones del agua y las formaciones rocosas naturales ayudados por cuerdas en algunos pasos. Aquí había que ir con todos los sentidos al 100% para no llevarse un buen tortazo.
A menos de un kilómetro de la llegada al pueblo se notó el bajón generalizado de la gente, los tramos en los que ya no podías correr porque te encontrabas unas escaleras de madera totalmente verticales que subir, unos escalones de cemento medio descompuestos y algunos postes que cedían al apoyarte sobre ellos iban en aumento. Aquí las caras de la gente se parecían mucho a esta.
Pasado este tramo, un par de rampas por el centro del pueblo, unos escalones de la iglesia que me hicieron recordar mis temidos calambres (por los pelos), la gente que tan agradable había sido en todo el recorrido y tan atentos con sus consejos sobre dónde era recomendable pisar y dónde no, dándote ánimos como si fueras a llegar el primero y el sonido de la megafonía a medida que ibas acercándote a la plaza mayor del pueblo de Chulilla. Habíamos llegado a la meta, 1h54m.
El tiempo era lo de menos, habíamos llegado y disfrutamos de la carrera, que era lo importante. Sin duda, no será mi última carrera, y tengo claro cuales son mis puntos débiles y a mejorar para la próxima. Ahora ya sé mejor dónde están mis límites.
Así que, ahora que ya van pasando las agujetas y ya estoy pensando en la siguiente carrera os animo a que, si ya habéis empezado con las carreras populares de asfalto pero os gustan más las sensaciones de la montaña, empecéis con una de estas carreras, asequibles en distancia y al alcance de cualquier persona que, como un servidor, que lleva poco más de 1 año de actividad física ha podido terminar de manera decente. Cualquiera puede hacerlo.
Y como toda carrera tiene un fin, la foto del “pues tampoco hacemos tan mala cara” de después no podía ser mejor manera de acabar esta crónica.
pd: os dejo los datos de la ruta disponibles en GPX, si la queréis hacer total o parcialmente.